¿Por qué comemos? ¿Por qué adelgazamos? ¿Por qué convertimos la comida en un paraíso o una condena? Los actores de la última película de Daniel Sánchez Arévalo, "Gordos", reflexionan sobre el rodaje y sus dietas.
Mensaje en el móvil del actor Antonio de la Torre: "¿Estarías dispuesto a engordar 30 kg por mí?". Firmado, Daniel Sánchez Arévalo, premio Goya al director revelación por AzulOscuroCasiNegro. Contestación: "Contigo, al fin del mundo, brother". Y tan al fin del mundo llegaron que no fueron 30 kg sino 33, y en el proceso Antonio enfermó y Dani sentía que le estaba haciendo daño. "No sigas. Lo paramos". Pero no. Era el papel de su vida, y Antonio y sus 102 kg logran construir un obeso físico y mental que nos deja clavados en la butaca. Ésta no es una historia de gordos que consiguen adelgazar y viven estilizados y felices. Es un relato de "obesos emocionales", una metáfora de todo lo que tragamos día a día, las frustaciones y deseos que nos hacen la vida pesada.
Cinco personas confluyen en una terapia para perder peso. Un padre de familia a cuya mujer (Teté Delgado) la báscula le importa poco. Una joven (Leticia Herrero) que quiere ofrecerle a su futuro marido su virginidad y un cuerpo más armonioso. Un vendedor de adelgazantes milagro (de la Torre) que lo perderá todo si no pierde peso. La esposa que, ante la soledad, se refugia en las calorías. Y un terapeuta a quien el embarazo de su novia (Verónica Sánchez) le pone contra las cuerdas. A través de sus cambios de peso conocemos sus lastres emocionales. Y a nosotros, ¿qué nos engorda? ¿Un helado o la culpa? ¿Las calorías o la rabia? ¿El chocolate o el deseo? Quizá lo descubramos ante la pantalla de cine si acudimos a ver la película desde ayer, 11 de septiembre.
"SEGUÍ LA DIETA PORQUE NO PODÍA FALLARLES"Leticia Herrero, perdió 23 kilos en el rodaje.
"Yo era modelo de tallas grandes. Compaginaba mi trabajo en una autoescuela con posar para catálogos de ropa de medidas especiales. Hasta que no fui al primer día de rodaje no sabía dónde me había metido. Me daba mucho miedo no gustarles. Pensaba que los actores no me iban a hablar porque yo no era de los suyos. ¡Y qué va! Me ayudaron muchísimo. Después de rodar mis primeras escenas estando gorda tuve que ponerme a perder peso. Fue muy duro, porque yo había hecho dieta y siempre acababa saltándomela. Aquí no podía. ¡Habían confiado todos en mí, cómo les iba a fallar! La seguí a rajatabla, tanto que incluso en las bodas de dos amigos tuvieron que prepararme un menú especial. Hacía gimnasia. Me daban masajes. Me hacían análisis. Dolía, pero aguantaba. No había estado nunca tan delgada. Tampoco había ido nunca a una tienda normal a probarme ropa. Y en tallas grandes los modelos son como de señora mayor. Así que ahora me desquito y me visto como hubiera ido a los 19 años de haber estado delgada. La primera vez que me vi en pantalla me dio una vergüenza horrible. No me gusta mi voz, pienso que estoy leyendo. ¿Mi futuro? No lo sé, así que estoy estudiando una oposición".
"ME DABA PAVOR ENGORDAR, VERME MAL"Verónica Sánchez, ganó 10 kilos para "Gordos".
"Fue un proceso doloroso. Física y psicológicamente. Tenía que empezar la película con un cuerpo muy atlético porque hago de profesora de gimnasia, así que me pegué una paliza tremenda. En dos meses tenía que estar como Madonna. Y yo pensaba: "Todo esto para luego echarlo por la borda". Efectivamente, pasé de estar increíble a hacer todos los esfuerzos imaginables para hincharme. Me daba pavor verme mal, tener celulitis, pero el primer mes no lograba engordar y me asusté. Así que cuando conseguí coger kilos me llevé una alegría tremenda. No me cabían los vauqero, ¡bien! Me estallaba la ropa interior*, ¡bien! Seguí una dieta alta en hidratos y no podía moverme ni para ir a comprar el pan. Pero mi estómago se rebelaba, vomitaba. Me sentía muy cansada, tenía la sensación constante de estar enferma. Todo me costaba más. Y eso repercutió en mi estado psicológico. A la gente le daba pudor decirme que estaba más gorda. "Es que estoy cogiendo peso para un papel", les decía. "¡Qué bien, porque pensaba que te estabas poniendo como una vaca!", me contestaban. Al acabar "Gordos" estaba agotada y decidí adelgazar con calma. Ahora ya estoy bien y voy a por el cuerpo de Madonna, ¡esta vez para mantenerlo!".
"ESTAR MONÍSIMA ANIMA, PERO NO DA LA FELICIDAD"Teté Delgado, adelgazó al acabar la película.
"Hay que tener mucha seguridad en uno mismo para ser gordo y feliz. Es cierto que por el peso la sociedad te machaca, te hacen sentir un extraterrestre. También la familia y los amigos te dicen cosas, con cariño, pero que te matan. Hacía años que sabía que tenía que adelgazar, porque tenía una hernia discal, pero todo parecía ponerse en contra. Perdí 19 kilos, pero me llamó Luis Merlo para protagonizar "Gorda". Y después llegó "Gordos" y tampoco podía perder peso, porque mi personaje era el único de la película que no intentaba adelgazar. Tras acabar la película, la endocrina me dijo: "En un año serás diabética y tienes un alto riesgo de sufrir trombos". Decidí que no quiero ser una enferma. Gorda sí, pero enferma no. Ahora ya estoy, no en mi peso, pero sí en mi estado de salud. Me veo más guapa, pero eso no quiere decir que me vea más feliz. Me canso menos. Me siento ligera cuando subo los cuatro pisos de mi casa sin ascensor. Gorda o delgada, sigo siendo la misma. Es cierto que verte monísima te anima, pero no te da la felicidad. Yo estoy feliz porque he hecho una película increíble, con unos actores fantásticos y un director maravilloso.*
33 KILOS DE ACTORAntonio de la Torre
"¡Qué fácil es engordar! ¡Cómo me dejé llevar! Me dediqué con alegría al asunto, pero se me fue de las manos. La dieta era sana, para que no tuvieran que dedicarme la película a título póstumo. Pero me fui a Nueva York y todo se descontroló: cogí 15 kilos en una semana. Tuve que parar porque me puse muy malito. Dos semanas después me estabilicé y volví a la carga. Zampaba tanto que al final tenía arcadas incluso lavándome los dientes. Empecé a roncar, a sentirme cansadísimo. Me cambió la expresividad del cuerpo. Para bajar de un coceh tenía que hacer un montón de pequeños movimientos. Antes de atarme los cordones cogía aire como un buceador. Me salieron estrías. Pero gané 33 kilos y para mí fue un orgullo. ¡Mira qué tripa! ¡Mira qué tetas! Y entonces tuve miedo al personaje, no lo sacaba. Si Dani no me hubiera dirigido, el pánico me habría paralizado.
Adelgazar me costó muchísimo más, pero el médico me amenazó: me dijo que, si seguía en ese peso, mi esperanza de vida se reduciría 15 años. Así que no me quedó más remedio".
Vía: Mujer hoy
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